03 abril 2006

...Ateneas I...

Recuerdo perfectamente cómo empezó todo.
No tendría más de 8 años cuando en casa de mi abuelo Antonio y mi abuela Adela entre mi padre y mi tío me convencieron de que me acercase a casa de una niña (que ellos decían que era prima lejana) para presentarme. Cualquiera hubiese sentido una vergüenza horrible...y yo no me escapé de ese sentimiento, pero siempre he confiado mucho en mis mayores, y supuse que era buena opción si ellos la recomendaban. Así me planté en casa de Ana Belén, presentándome como una prima suya de Madrid. Ella era otra niña, con el corazón enorme y me acogió como si nos conociésemos desde la cuna. Así cada vez que iba a Macotera, pasaba a saludar a Ana Belén. Pero ella crecía, tenía sus amigos y su peña y sus historias, y yo sólo era aquella niña a la que le encantaba llamar prima. Estábamos en aquellos años en los que dos años de diferencia son abismo insalvable.
Y llegó el día y yo también me fui haciendo mayor. Una tarde noche de verano, me presentó a sus amigos. Una pandilla enorme....no lo podía creer había vida por debajo de los 60 en Macotera!! Fue un hallazgo impresionante...Aquella tarde no hablé con nadie. Pero observé mucho, y todavía hoy tengo imágenes grabadas en el Cerro, en el parque y en la plaza de la Leña.
Un año después Ana Belén seleccionó con mimo las personas que me iba a presentar. Algunas eran de su peña, y otras estaban como yo... agarradas fuerte de su mano, esperando crear una peña de verdad, con gente a la que conoces y con la que te diviertes. Así aparecieron en mi vida Ana, Mercedes, Isa, Laura, Rosa, Raquel, Maritere y Marta.
Cuando estábamos juntas nos reíamos, y enseguida se creó un ambiente cómodo.
Así llegamos a esconder en la Fuente del Carril nuestras ilusiones de pasarlo bien juntas, y vivir la adolescencia juntas entre botellas de agua, bailes (los primeros, los que te saben tan bien), los primeros San Roques sin pasar por casa, aquellos desayunos pre-encierros en los que Mercedes y yo nos dedicábamos a mojar los churros de Paquito en el Baileys calentorro...
Recuerdo los primeros pinchos, los relatos de aquellos primeros besos, las canciones en cualquier lugar, las cartas durante el invierno, la ilusión por tener nuestra propia peña con camiseta y todo... Todavía guardo la carta que Rosa y Ana me enviaron (cada una por su cuenta) contándome que ya teníamos nombre....Ateneas...
Y nos hicimos las camisetas... y alumbrábamos nuestra peña con una batería... y conseguimos unos petos blancos que pintamos con el nombre de la peña una tarde perdida de algún agosto... y nos consolábamos unas a otras sobre lo gordas o delgadas que estábamos...
Y así llegamos al año en el que entre nosotras una Dama y una Reina de las fiestas nos hinchaban de orgullo a las demás...Tan poquitas y tanta proporción!
Nos lo pasamos genial en aquel desfile de peñas, quedándonos afónicas, y sonriendo hasta tener agujetas.
Y aquellos Sanroques -con los primeros novios, y las primeras discusiones, y los primeros vecinos de peña- empezaban a parecerse siniestramente a un pasatiempo de esos de Encuentra las 7 Diferencias...
...Continuará....