...Ateneas II...
Y así llegamos al año en el que entre nosotras una Dama y una Reina de las fiestas nos hinchaban de orgullo a las demás...Tan poquitas y tanta proporción!
Nos lo pasamos genial en aquel desfile de peñas, quedándonos afónicas, y sonriendo hasta tener agujetas.
Y aquellos Sanroques -con los primeros novios, y las primeras discusiones, y los primeros vecinos de peña- empezaban a parecerse siniestramente a un pasatiempo de esos de Encuentra las 7 Diferencias...
Porque poco a poco íbamos marcando las diferencias que antes queríamos disimular entre unas y otras. Primero fueron cuestiones tontas, luego asuntos absurdos para que finalmente la mayor estupidez nos condujese a la Primera Secesión.
Laura, Isa, MariTere y Mercedes por un lado. Marta, Ana Belén, Ana, Rosa y yo por otro. No voy a explicar qué lo motivó, porque me hierve la sangre de acordarme. Sí que suelo revivir el momento en el que me anunciaron la nueva situación, el día en el que tuve que elegir. Intenté no perder el contacto con la otra mitad, pero inevitablemente, durante estos años de frío he visto la espalda de algunas más veces que la cara. Y me ha dolido mucho tiempo.
En un primer momento estábamos desorientadas, y no sabíamos hacia donde ir. De pronto éramos la mitad y teníamos que buscar nuestro sitio. Y nos fuimos a buscarlo a Córdoba y Sevilla.
Un viaje terrible en autobús, una pateada a andar buscando comida rápida, la búsqueda de un bar de copas por todo Córdoba, un encontronazo con un pijofumaporros (que ni siquiera es capaz de recordarlo y que no me invitó...Me he quedado con tu cara chaval!), quedarnos dormidas el día de la Mezquita, una habitación pequeña con una terraza enorme, un anillo (para gobernarlos a todos...) y una vuelta a casa acompañada de una discusión telefónica.
Y todo eso en dos días.
Pero lo importante es que tuvimos que aguantarnos.
Nos lo pasamos genial en aquel desfile de peñas, quedándonos afónicas, y sonriendo hasta tener agujetas.
Y aquellos Sanroques -con los primeros novios, y las primeras discusiones, y los primeros vecinos de peña- empezaban a parecerse siniestramente a un pasatiempo de esos de Encuentra las 7 Diferencias...
Porque poco a poco íbamos marcando las diferencias que antes queríamos disimular entre unas y otras. Primero fueron cuestiones tontas, luego asuntos absurdos para que finalmente la mayor estupidez nos condujese a la Primera Secesión.
Laura, Isa, MariTere y Mercedes por un lado. Marta, Ana Belén, Ana, Rosa y yo por otro. No voy a explicar qué lo motivó, porque me hierve la sangre de acordarme. Sí que suelo revivir el momento en el que me anunciaron la nueva situación, el día en el que tuve que elegir. Intenté no perder el contacto con la otra mitad, pero inevitablemente, durante estos años de frío he visto la espalda de algunas más veces que la cara. Y me ha dolido mucho tiempo.
En un primer momento estábamos desorientadas, y no sabíamos hacia donde ir. De pronto éramos la mitad y teníamos que buscar nuestro sitio. Y nos fuimos a buscarlo a Córdoba y Sevilla.
Un viaje terrible en autobús, una pateada a andar buscando comida rápida, la búsqueda de un bar de copas por todo Córdoba, un encontronazo con un pijofumaporros (que ni siquiera es capaz de recordarlo y que no me invitó...Me he quedado con tu cara chaval!), quedarnos dormidas el día de la Mezquita, una habitación pequeña con una terraza enorme, un anillo (para gobernarlos a todos...) y una vuelta a casa acompañada de una discusión telefónica.
Y todo eso en dos días.
Pero lo importante es que tuvimos que aguantarnos.
Estaba claro, ya era evidente para todo el mundo (menos para mí, inocente y crédula, posiblemente consecuencia de una educación cristiana basada en creer en lo que parece increíble)...existían las Ateneas I y las Ateneas II. Nadie se resignaba a ser el segundo grupo, y ningún sector se decidía a cambiar el nombre y evitar así la polémica y el pique tonto.
Aún así, esos años post-ruptura se caracterizaron por las horas de risas y confidencias. Empezaban a quedar claros los peores rasgos de cada una, y eso, queridos, hace amistad.
Todas las Ateneas llegaron a la Universidad, otra vez menos yo, que siempre fui la Peque. Vivían fuera de sus casas y compartían vivencias nuevas. Sin mí.
Pero iba a verlas a Macotera y encontraba puertas abiertas. Rosa me solía dar el parte de cómo estaba mi abuelo. En aquella época, la primera casa que visitaba era la suya. Y juntas nos íbamos a la Ermita, a charlar.
Tengo que decir que hablar con Rosa es una delicia. Escucha siempre con atención, aunque le hables de gente que no conoce. Es muy fría, a primera vista, por eso te sientes especial cuando te abraza porque sí, o cuando cumples 23 años y sigue llamándote chiquinina.
En general las Ateneas I eran unos soles conmigo. Siempre en palmitas, que no le faltase nada a la Peque. Mi familia sufrió algún golpe en aquellos años, pero ahí estaban. Venían siempre a acompañar. O me llamaban JUNTAS desde una cabina, para decirme que me echaban de menos después de San Roque...
Echo tanto de menos aquellas llamadas en equipo!
Todo llega y yo llegué a la Universidad... Curiosa sorpresa... Una macoterana en mi clase...