...La carta...

Tengo una bella familia...Marisa estudió muchos años para conseguir ese trabajo de abogada que tanto estrés le produce y que en cambio le apasiona con fuerza...Julio se fue a Inglaterra hace 10 años y debe estar muy ocupado, no me llama desde la Nochevieja de 1997, aunque supongo que todo le irá bien, tras sus horas de esfuerzo nocturnas para aprobar empresariales. El pequeño Pedro y sus hijos viven en Madrid como yo, pero los fines de semana los pasan en una pequeña casa de la sierra norte.Yo también fui hija, y también sé que la vida sigue y que hay que avanzar, es tu obligación como adulto...pero algunas noches les echo de menos. Recuerdo cuando Marisa enfermó durante un mes. Aquellas sí que fueron noches largas y llenas de pánico. ¿Porqué soy tan egoísta preocupándome sólo por mí?Ellos se enfrentan a la vida sin su padre desde la primavera del 89 y sin mí desde aquel mismo verano... No puedo seguir su ritmo, ellos están llenos de vida, y yo con mis achaques les impido disfrutar, trabajar, vivir... Entiendo que lleven mucho sin venir, la casa huele a humedad y mi carácter se está agriando. La soledad me está transformando en una anciana desagradable, como de bruja de alguno de los cuentos que me inventaba para Pedro... Entiendo la distancia y el paso del tiempo...Entiendo todo... Soy su madre

En Madrid miles de ancianos viven solos, y probablemente mueran solos...¿Tú lo puedes entender?