...Macotera...

El ser humano se ha hecho a lo largo de la historia las mismas preguntas: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?...He encontrado la respuesta a la primera pregunta, aunque sólo sirva para mí y unos cientos más de afortunados. Yo vengo de Macotera. Macotera es un pequeño reducto castellano donde los famosos Campos de Castilla no dejan que la sombra se instale en ellos. Macotera es el pueblo donde nacieron y crecieron mis padres, mis abuelos, mis bisabuelos.... con razón allí somos todos primos lejanos....(unos más que otros). Para que entendáis mi dimensión más rural tenéis que conocer brevemente al pueblo de mis entrañas. En Macotera la festividad más importante, por encima de Nochevieja incluso, son las Fiestas de san Roque...muy recomendables para aquellos que aún no conozcáis lo que es repicar a toro suelto, o comer azenorias de la tierra...
Lo de las campanas tocando a toro suelto es una tradición que estuvo a punto de extinguirse en los años de la postguerra más dura. Afortunadamente el alcalde del PP que tiene ahora esta pequeña villa la ha recuperado, para que los jóvenes (forasteros y autóctonos) sepamos lo que es temer por nuestra vida al querer volver a casa a las 12 de la mañana después de cuatro días de ingesta de alcohol continua y demás desfases. En primer lugar hay que señalar que es un pueblo de arraigada tradición taurina, donde aunque no hubiese plaza de toros, tenía que haber encierro. Hace algunos años, se contruyó una plaza de toros donde cabe todo el pueblo entero y casi toda la comarca. Como la instalación de este edificio ocasionó una deuda al ayuntamiento demasiado profunda, se buscó la forma de promocionarla entre los otros pueblos de la zona. En un principio, no hubo una gran respuesta por lo que se buscó el plan B. El plan B consiste en hacer un encierro, posterior al tradicional, el último día de las fiestas, pero éste a horas más intempestivas (11 de la mañana), cuyo recorrido es secreto. La mecánica es la siguiente: se sueltan 5 toros y 2 cabestros en mitad de las eras, y tres o cuatro personajes que van a caballo, corren detrás de ellos. Ante este desparrame, los toros se suelen despistar del recorrido secreto trazado por el señor alcalde, y como cualquier ser vivo perseguido por otro más alto, juegan al despiste y se dispersan. Este comportamiento tan punki es habitual año tras año. Y entonces las campanas de la iglesia tocan a toro suelto, un sonido que apenas recuerdan los más viejos (por otra parte mayoría de habitantes del pueblo). Comienza así la odisea de las reses y de los aficionados. Estos últimos subidos en remolques (donde dos días antes van kilos de cebada) persiguen a los animales a través de la comarca. El espectáculo es dantesco. Niños jugando por la calle, que se encuentran de frente con un bicho de 500 kilos, ancianos que divisan al cabestro al final de la calle...Pero hasta aquí la cuesión tiene su lógica, ellos disfrutan como enanos. El plan B se pone en acción año tras año, que como venganza épica del fracaso de la plaza de toros, alguno de los toritos alcanza otro pueblo de la comarca. Pueblo que probablemente odiará con todas sus fuerzas al alcalde, a los ganaderos, y a San Roque...pueblos que se plantean no salir de casa una soleada mañana de agosto porque en Macotera hay encierro a caballo, y seguro que alguna res se acerca a su término municipal.
Es estremecedor, a mí me pone los pelos de punta, porque mi voz es de las pocas que se alzan con ira al ver que el presupuesto del año de un pueblo con una edad media de 76 años se va en unos festejos arcaicos y poco artísticos, cuando hay tanto anciano solo con muchas necesidades por cubrir en los largos inviernos salmantinos.
Pero en mi pueblo contestarían: San Roque sólo es una vez al año...¡Viva San Roque!!