...Summer Time...
El verano apesta. Lo siento pero es la dura realidad. No se trata sólo de lo horrible que es saber que tienes tiempo libre y que pasas más tiempo en casa que durante el resto del año...A mí, el odio al verano me viene desde pequeña.
Nunca tuve unas vacaciones típicas, con su paella en la playa, su sombrilla tamaño familiar, las raquetitas de madera ni el atasco de la operación regreso.
Para empezar, cuando tenía esa estupenda edad en la que te da igual como te quede el bañador (para las más jóvenes: el bañador es como un bikini con la parte superior muy larga que se une a la braga) mi familia sólo disfrutaba de una semana en la playa, y encima en julio!!! Eso suponía que lo mejor del año llegaba demasiado rápido, y que el desolador Agosto de hace una década en la capital lo pasábamos aburridos en casa. Los ratos de ocio se componían principalmente de paseos familiares hasta el Corte Inglés de Princesa, y algún trina espontáneo en el trayecto de regreso...
Esa fugaz semana playera solía ser por la zona de Benalmádena, en urbanizaciones típicas de multipropiedades inglesas y alemanas, aisladas hasta de la propia playa, con unas increíbles piscinas cuyos azulejos dibujaban Tritones, delfines y demás fauna marina. Urbanizaciones malagueñas donde no eran capaces de entender qué era un Sol y Sombra dada la natureleza guiri de sus camareros.
La playa era una marabunta de algas donde nunca había nadie, probablemente porque a ellas sólo se accedía desde un pseudotúnel peatonal que atravesaba la A7 y que estaba grafiteada y decorada con chicles secos...
En aquellos confines de Andalucía no había niños...imagino que alguna bruja (guiri, of course) los secuestraba para que fueran a jugar al cricket o simplemente se los comía con esas apestosas latas de judías con tomate que desbordaban las tiendas de ultramarinos de la zona.
El panorama que suponía para mí el periodo estival sólo se empezó a suavizar a raíz de la preadolescencia y la aparición en mi vida de las Fiestas de San Roque (de las que ya hablé en otra entrada). Con el tiempo empecé a pagar por ir a campos de trabajo, campamentos y cursos que dieran a mi verano una composición más atractiva...pero ya se sabe, estos suelen prepararse para julio...agosto sigue siendo el mes de la desolación.
No obstante este año intentaré cambiar la historia, para lo cuál me serviré de Maider, Marivi y de Clara mis hadas madrinas...con un poco de suerte en septiembre no diré aquello de ¡¡por fin acabó el verano!!
Por cierto Clara...Felicidades, ya verás que bien te tratan los 24...